Vannes






























Partimos a media mañana de Le crouesty, e iniciamos entrada al Golfo de Morbihan. El acceso teniamos que hacerlo con la marea subiendo, de otra forma cruzar el estrecho canal de entrada es practicamente imposible, dado que hay puntos donde la corriente llega a los 10 nudos(las zonas profundas de más de 20 m). Obtuvimos una punta de 13,5 nudos con tan solo una vela y apenas 10 nudos de viento, todo debido al empuje de la marea que te llevaba a una velocidad increible, es hacer surf con el barco. Hay que tener mucho cuidado, porque no siempre la marea va en la dirección que supones y de repente te ves desplazandote lateralmente a una velocidad endiablada. Requiere total concentración pero una vez cogido el truco es divertido.
Lo que si tuvimos que calcular bien, es las horas de apertura de la compuerta de Vannes. Se abre aproximadamente unas dos horas antes y despues de plea, y siempre entre las 8 y las 22 horas. Para saber este horario usamos el canal 9 o el telefono 02 97 54 16 08. Además de este horario tuvimos que contar con las cerca de dos horas y media que se tarde en llegar desde Port Navalo hasta la esclusa de Vannes. Acertamos en salir con un par de horas de margen que aprovechamos para comer fondeados en uno de lo muchisimos y bellos fondeaderos que encuentras por el camino dentro del golfo en la ruta hacia Vannes.
Las casas y palacios que se ven desde el agua sobre las multiples islas es de los más bonito del camino, además de los muchos barcos antiguos de vela de estilo bretón con los que te cruzas.

La vida marinera y el trafico con el que te encuentras dentro del golfo, es envidible para cualquier amante del mar. Aunque el tiempo habia mejorado, aun era algo frio y nuboso, parecia mas un dia de primavera que un dos de agosto. Con todo, el ver ese ir y venir de barcos me hacía recordar con gracia, cuando oyes por las calles de Santander, que no tenemos un clima para amortizar un barco. Viendo a los bretones navegar, entiendes que el mar es algo que se lleva en la sangre y en el corazón, no en los grados de un termometro.

Una vez superada la entrada al puerto de Vannes, con semaforos incluida, pudimos disfrutar de una de las villas más bonitas que hemos conocido. Una mezcla entre medieval y marinera y con un siempre presente sabor a su orgulloso pasado celta, con un puerto con las mejores instalaciones que hemos visto y ubicado en el corazón de la ciudad, a escasos 50 metros de las murallas y puerta medieval que da acceso al pueblo viejo, abarrotado de cafes, restaurantes, tiendas y turistas. Cuenta Vannes con una gran catedral, preciosos jardines. Un buen mercado tradicional, ideal para abituallarnos de fruta y verdura fresca, sin olvidar las riquisimas galletas bretonas, mi perdición.

El puerto, es del tipo de los que te tienes que abarloar, pero con acceso a agua y luz. Como ya dije antes los servicios de ducha y vestuarios en capitania, recien inagurados y de lujo. Que placer hacer turismo nautico con estas infraestructuras. Cuanto tenemos que aprender... Un 10 para Vannes.
Tras recorrer el pueblo y quedar las chicas satisfechas de las compras en las preciosas tiendas con aire artesanal, cenamos en uno de los muchos restaurantes que bordean el puerto.